Pies descalzos

Pies descalzos
hasta el infinito ... y mas allá ...

Páginas amiguirijillas

miércoles, 4 de febrero de 2009

Requiem para algo

A pesar de seguir adelante con las horas propuestas por el mundo cotidiano , Ignacio transcurría en un silencio anegadizo , como atravesando un caudal cenagoso por el que, desdichado y somnoliento, fluía sin resignar, aceptándolo como propio.

Estaba decidido a cambiar , pero siempre a partir de ese devenir.

Algunas miradas lo despertaban , mañana, tarde y noche, pero a veces no le importaban demasiado como para anclar en la orilla y recordarles que él , en contra de algún destino funesto , se empecinaba en recordarlos, utilizándolos como amuleto contra la mala racha.

Encontraba en esos momentos un tranquilo camino de aceptación de su verdad, su mortalidad ya no lo consumía en pesares sin sentido, la tristeza era un pequeño consuelo concedido a los burgueses que no sabían que hacer con su tiempo, y el sabía que eso era un privilegio, por poco que lo parezca.

El reloj continuaba su marcha , pero su corazón marcaba otro latir, que a veces en su confusión era sometido a oleadas de salvajismo mental que tampoco lo asustaban ya, sabiendo que infiernos más pragmáticos lo rodeaban mientras su letargo se complacía, reconociendo a su persona como principio y final de su gesta macabra.

Habría siempre otros momentos, pequeños y preciados que intentaba repetir con un gramo de sorpresa en la mirada siempre que se le era permitido.

Tenia el ejemplo de su padre, que prefería saltar esos momentos o la lo sumo inundarlos de una tristeza hija de la necesidad de estar en otro lado. Prefería no repetir esa historia, y con humildad agachaba la cabeza reconociéndose tal vez indigno de los méritos con que le impregnaban los que a veces lo rodeaban.

A veces se sentía como una hierba altruísta y solitaria que a dentellladas elegía las historias y la música para no mandar todo a la mierda de una vez por todas, porque sabía que en la otra costa no había más que la tan famosa Nada.